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QUIQUE JAIME

Desde hace más de sesenta años, en mi amado barrio de la Plaza Mitre, el pan de cada día se amasa en la esquina donde Alsina y Alem entrelazan sus historias.

Recuerdo, cuando niño, llegar a la entonces “Panadería Nanini”, a comprar el pan encargado por mi madre, y recibir de regalo una enorme torta negra de las generosas manos de Elbio, uno de los propietarios.

“Los Nanini” se fueron. Y un día, llegó Quique Jaime con su flía. Y el olor a leña y el aroma de pan caliente volvieron a poblar las madrugadas y los amaneceres de las calles y veredas del vecindario.

El tiempo pasó. La leña dio paso al gas natural. Pero el pan de la Mitre continuó naciendo en la vieja y tradicional esquina que su dueño bautizó como “La Casa del pan”.

Y por encima de su hermoso destino panadero, el hombre se ganó el cariño de quienes tuvimos la fortuna de tratarlo. Por buen tipo, nada más y nada menos.

Hace muy poquito, Quique inauguró una sucursal en el cielo. Dicen que al verlo, Jesús lo llamó y abrazándolo fuerte, le murmuró al oído: “Bendito sea tu pan para toda la eternidad”.-

Horacio Alberto Vero

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